No debemos olvidar que incorporar estos avances tecnológicos a nuestras fábricas es la vía adecuada si queremos sobrevivir en un entorno cada vez más exigente y competitivo. Además, es imprescindible atender a las necesidades del mercado actual que son, en primer lugar, la demanda de procesos de fabricación más flexibles y rápidos para hacer frente a la exigencia de productos personalizados sin subir los costes de producción. En segundo lugar, se deben acortar los tiempos de prototipado, es decir, minimizar el tiempo que transcurre entre que se idea y diseña un producto hasta que llega al mercado. La implementación de la fábrica inteligente supone un cambio cultural muy importante ya que está dando lugar a la aparición de nuevos procesos, productos y modelos de negocio que provocarán cambios sociales, económicos y tecnológicos.
A lo largo de los años se ha considerado a la industria del calzado como un sector fuerte y capaz de solventar situaciones de crisis cíclicas. Aún así, con la adaptación del modelo que impone la Industria 4.0 se enfrenta a un cambio de paradigma que muchos empresarios del sector no se atreven a encarar. Esta revolución industrial consiste en digitalizar y gestionar los datos resultantes de la producción en serie; consecuencia del modelo productivo de la anterior revolución industrial. La información obtenida de la fabricación proporciona eficiencia y rapidez. Además, mejora la rentabilidad de la producción, por ello, es tan beneficioso.
Una de las consecuencias más importantes de la industria 4.0 es la relocalización de la industria, lo cual, favorece a las zonas tradicionales de fabricación de calzado como la alicantina. Cada vez más se tiende hacia un mercado en el que el cliente se sitúa en el centro de la producción, dejando a un lado la era de la estandarización provocado por la fabricación en masa.
El resultado de la implantación de las innovaciones tecnológicas está activando el proceso de relocalización de la industria. Desde hace algunas décadas y como consecuencia de la globalización gran parte del sector manufacturero migró sus plantas de producción a países como China o Vietnam, lugares donde la mano de obra era barata y en los que los derechos laborales son casi inexistentes (concepto conocido como deslocalización o offshoring). En la actualidad, la deslocalización está remitiendo y se está produciendo la vuelta de muchas de las empresas a su lugar de origen. La relocalización es debida a varios factores como: el encarecimiento de la mano de obra en los países en desarrollo, el aumento de los costes de producción, la dificultad para poder atender las necesidades de los clientes desde el exterior y, la más interesante, la tendencia a fabricar las cosas cerca de los lugares donde serán consumidas por el compromiso de las empresas con la protección del medio ambiente. Todos estos factores junto con la implantación de la digitalización en las fábricas,favorecen el regreso de las plantas industriales a España impulsando nuestra economía.
En definitiva, introducir la industria 4.0 en las fábricas de calzado conlleva realizar una cambio significativo en la mejora de la toma de decisiones. Como consecuencia, habrá una mejora en los costes, en los productos, en el tiempo de entrega y en el servicio, lo cual, conllevará una mejor en experiencia de comprar para el cliente y el consumidor final traducido para la empresa en un aumento importante de los ingresos y de los beneficios.
Negar que la adaptación a la 4ª revolución industrial conllevará problemas importantes en aspectos altamente sensibles como la seguridad y el mercado laboral es de necios. En el Foro Económico Mundial celebrado en Davos en 2016 se cuantificó una disminución de 7.000.000 de puestos de trabajo a nivel mundial como consecuencia de la implantación de los diferentes avances tecnológicos en la industria.Sin embargo,no debemos olvidar que nos encontramos ante un nuevo escenario laboral y un modelo productivo en continua evolución. Por ello, todo cambio de modelo de negocio va unido a una transformación que requiere un esfuerzo económico y laboral por parte de todos los participantes.Esta transformación obliga a replantear todo el modelo poniendo en riesgo el sistema de trabajo tradicional. De este modo, se cierra una puerta, pero se abre una ventana, es decir, se pierden los puestos de trabajo, no cualificados, pero se incorporan al mercado laboral nuevos perfiles profesionales, más técnicos y creativos que colaborarán con la modernización del sector.
La consecuencia de todo ello será la creación de una formación adecuada para estos nuevos perfiles laborales, de modo que los trabajadores estén a la altura de los desafíos tecnológicos. Para que todo esto ocurra correctamente las empresas deben involucrarse en los ciclos formativos con el fin de obtener el perfil adecuado. La consecuencia última, será una transformación integral del sector para obtener una mayor rentabilidad y ser más competitivos.
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Ayuda bastante sobretodo al sector de cerrajeros